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Puente de Las Merinas en el Campo Azálvaro

Paseo del día 18 de Abril de 2012.

Esta semana la lluvia no nos ha dejado practicamente. Llevaba un montón de días que no salía al monte y ya tenía un "mono" que no era normal. Al salir del trabajo y después de comer, desde la ventana estaba viendo que la lluvía estaba ahí, lo dejaba y volvía a caer. Me pongo los achiperres de andar y llamo a mi padre para ver si me acompaña a dar un paseo por el Campo Azálvaro. Me dice que si estoy loco, qué si no veo lo malo que hace y yo le digo: ¡Yo me voy, no puedo más! Al final, nos ponemos en marcha.
Aparco el coche  aproximadamente en el K.M. 18 de la carretera autonómica SG-500 (El Espinar-Ávila) y ya desde la carretera se divisa el solitario puente, a unos 5 minutos andando.
La distancia es corta, pero el fuerte viento y la lluvia, hacen que no sea muy agradable la visita.
No puedo ofrecer mucha información sobre este bonito puente recién restaurado, decir de él que es muy frecuentado por los pescadores espinariegos, que es paso de la Cañada Real Leonesa Oriental y aunque se encuentra el acceso cerrado, al ser Cañada nadie os puede negar el paso, solamente hay que volver a cerrar la puerta.
Al haber sido restautrado, ha perdido su encanto antiguo, pero no hay que negar que ha quedado bonito.
Ando pendiente de añadir algún dato más, que si lo consiguiese, ampliaría la entrada lo antes posible.
No quiero marear mucho más, solamente os adjunto un articulo que he encontrado en internet, publicado en el periódico de El Pais de enero de 1997, que merece la pena leer, para haceros una idea para lo que servía el puente.

Mañanica de invierno en los campos de Azálvaro. En el cielo, una sola nube blanca, pero del tamaño del horizonte; debajo, una pradera inabarcable, blanca como la escarcha y la costra helada de los aguazales. En el centro de la pánica llanura, lejos de los derroteros de los hombres, un viejo puente ve pasar el río Voltoya por sus dos ojos dispares. Si algún poeta busca una imagen de indecible melancolía, la encontrará en el puente de las Merinas, olvidado en mitad de la nada junto a un álamo enfermo y otro caído.Son los campos de Azálvaro una vasta planicie herbosa que alfombra las tierras linderas entre Segovia y Ávila; tierras éstas de casi nadie, en las que las negras vacas avileñas rumian con la mirada perdida en las cumbres del Guadarrama. Cerrados al norte y al mediodía por suaves alineaciones de lomas, estos llanos se encharcan en cuanto caen cuatro gotas de lluvia, de ahí que el pasto crezca a ojos vistas, formando un verde corredor por el que los rebaños de la trashumancia pasaban antaño como un autocar de colegiales por una hamburguesería.
Hoy la hierba ha borrado el rastro de las dos grandes cañadas reales -la Soriana Occidental y la Segoviana- que, faldeando la sierra, venían a confluir en estos campos, pero el trasiego estacional de 700.000 merinas por este pasillo nutricio tuvo que dejar por fuerza huellas perdurables. En el cercano pueblo de El Espinar, sin ir más lejos, las ruinas del esquileo de los marqueses de Perales evocan los días de abastanza de La Mesta, cuando a finales del siglo XVIII había en tierras segovianas 36 ranchos como éste pelando ovejas a troche y moche. El de los Perales tenía una nave con cabida para 320 tijeras, pero además contaba con lanera, corral para marcar, cocedero de pan y cinco encerraderos capaces para 15.000 cabezas. En la fachada, junto al escudo y la cruz de Calatrava, se puede leer: "Fabricóse esta portada, casa y esquileo a expensas de doña Antonia de Velasco y Moreda, marquesa de Perales del Río. Año 1728". Otra memoria de indecible nostalgia.
A tres leguas escasas de El Espinar (a 14 kilómetros) y al poco de rebasar un caserón abandonado que se alza junto a una chopera en la margen derecha de la carretera hacia Ávila, una cancela metálica a mano izquierda indicará al excursionista el paradero del puente de las Merinas. Le bastará seguir entonces hacia el sur unas nítidas roderas para, en cinco minutos de paseo, hallarse a la vera del Voltoya y su anciano paso preterido.
El de las Merinas es un puente a la usanza medieval, de mampuestos de granito, con dos ojos asimétricos y rasantes en lomo de asno. En tiempos, sirvió para el pontazgo, peaje que debían apoquinar los mayorales después de que se contasen una a una las lanudas que por él pasaban. Mas ahora, arruinada la trashumancia, contar ovejas no es más que un derecho gratuito todo insomne, y el puente de las Merinas no impone otra tasa que la añoranza.
Una vez satisfecho ese tributo sentimental, el caminante avanzará por la orilla izquierda del río -separándose de ella para sortear innumerables charcas y regatos- hasta el siguiente puente -éste moderno, de tres ojos y al servicio de una carretera-, y aún más allá, hasta la cola del embalse del Voltoya. No reflejarán ya estas aguas el fulgor de los ejércitos de vellones. Pero, a falta de ovejas andariegas, otras son las reinas fugaces -reinas por unos días- que se miran en el espejo del Voltoya remansado: garzas reales, cercetas, ánades reales y porrones comunes; somormujos lavancos y zampullines, los meses más fríos; así como bandos de grullas y gansos en sus viajes migratorios de primavera y otoño. Se perdieron las ovejas, pero el espíritu inquieto de la trashumancia aún tiene alas.








Aguas arriba mirando a El espinar.

Aguas abajo, no muy lejos del Embalse de los Serones.





K.M.18 Mirando a El Espinar.

Puerta de acceso que siempre debemos dejar cerrada.


K.M.18 hacia Ávila.

Esta foto no es mía, la adjunto para que veaís como estaba anteriormente.

Esta foto tampoco es mía.

4 comentarios:

  1. Buen reportaje fotográfico... de como estaba y como está. Por cierto quién firma el artículo que "pegaste" ???
    Solo un detalle.... esa zona del rio Voltoya fué muy visitada por pescadores... pero desde hace unos años está vedada...(prohibido pescar)
    saludos

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  2. Se me olvidaba... a que no sabes el motivo de que fuera el puente estrecho en la parte superior???
    Como citas, por allí pasaban las ovejas... y el estrechamiento facilitaba su conteo... eh!!

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  3. ¡¡Caray, amigo!!. Interesantísimo reportaje y geniales fotografias de un puente que siempre parece estar "fuera de lugar". Lástima no haberlo conocido en pleno apogeo. Creo que ahora vienen unos días de fiesta... espero que nos veamos en bici, a pié o tomando una cerveza.
    Un abrazote.

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  4. ¡¡¡Gracias amigos!!!
    Voy a ver si consigo algún detalle más.
    Un abrazote chavaaaaaales.

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